martes, 28 de mayo de 2013

300: Verdades sobre Esparta (1ª Parte)


Las Guerras Médicas, aquellas que enfrentaron a persas y griegos en el año 490 y 480 a. C., son en opinión de muchos, el acontecimiento más épico de la historia clásica griega, y uno de los más fascinantes de la historia universal. Tanto es así que ha inspirado a artistas modernos de múltiples formas, como al director polaco Rudolph Maté en su obra El León de Esparta, o a Frank Miller en su cómic 300. Sin embargo, la que mayor repercusión ha tenido en los últimos años es la película de Zack Snyder basada en ambas obras, 300, donde se noveliza la célebre Batalla del Paso de las Termópilas, sobre la que la tradición cuenta cómo 300 soldados espartanos comandados por su rey, Leónidas I, se opusieron a las inmensamente superiores (en número) tropas del sha persa Jerjes El Grande.

Pero, ¿qué hay de verdad en una obra tan claramente de ficción como es esta última película? Está guiada por la obra Historias de Heródoto, sí, pero éste no es recordado por su rigurosidad, precisamente. Recordemos también algunos de los personajes de la película, más propios de La Parada de los Monstruos que de cine histórico. Pero lo cierto es que algunos puntos sorprendentes de esta versión de los acontecimientos son reales, o bastante parecidos a lo que realmente ocurrió. En los dos próximos artículos, haremos un repaso general por aquellos que la película nos muestra, y revelaremos dónde se han tomado licencias.

Jerjes I según 300, de Frank Miller. El Jerjes histórico era de raza iraní, y no africana.
En primer lugar, la película muestra como los recién nacidos que tuviesen algún defecto de nacimiento eran sacrificados en el monte Taigeto. La realidad es que, si bien no eran arrojados al vacío, los infantes que no solo mostrasen algún defecto de nacimiento, sino que hubiesen nacido más débiles o enfermizos de lo habitual, eran abandonados en las faldas de la montaña para que murieran, devorados o de hambre.

Más adelante habla del entrenamiento del pequeño Leónidas, que obviamente había superado el examen médico, para ser soldado. Bien, eso es correcto. Pero también nos habla sobre ser rey; he aquí el error. Para entenderlo, echemos un vistazo al sistema político espartano. Esparta era una diarquía, es decir, que estaba gobernada por dos reyes al mismo tiempo, provenientes de dos dinastías simultáneas. El sistema sucesorio funcionaba de tal forma que a cada rey lo sucedía su primer hijo nacido mientras éste se encontrase reinando. Si nacías antes de la coronación de tu padre, tu hermano menor sería el heredero. Y sólo éstos eran quienes se salvaban, de entre todos los nacidos espartanos, del terrible sistema de educación militar que tenían, y del que hablaremos enseguida. Leónidas era el tercer hijo del rey Anaxandridas II, por lo que sí fue entrenado para ser soldado, precisamente porque no estaba destinado a ser rey.

El brutal entrenamiento al que la película hace referencia para el “heredero”  tampoco es una exageración. Es más, la película casi se queda corta al hablar de la agogé, el adiestramiento al que todo espartita (ciudadano de Esparta)debía someterse. A los siete años, tanto niños como niñas eran sacados de la protección de sus padres para una educación segregada por sexos. Los chicos vivirían hasta haber llegado a la pubertad en comunidad bajo la tutela de un instructor, que les adiestraría no sólo militarmente, si no que les proporcionaría unos conocimientos básicos de matemáticas, letras, gimnasia (sobretodo, era fundamental mantenerse en forma para estar sano) y música. Iban siempre desnudos y descalzos para curtirse, y no podían hacer absolutamente nada solos. De esta forma, los espartanos se habituaban a vivir como una colmena, donde cada cual tendría su función. Una vez en la adolescencia, los jóvenes podían empezar a vestirse con una tela áspera, y debían construir sus cabañas ellos mismos. Se les dejaba de suministrar alimento para que desarrollaran el ingenio y se lo proporcionaran a base de robar a los hiliotas, ciudadanos de Mesenia, una región ocupada y esclavizada por Esparta durante toda su historia. Si eran descubiertos, se les castigaba a latigazos, que era el castigo habitual para las falta que cometían. Ahora, el entrenamiento militar primaba sobre cualquier otro tipo de educación, y estaba al cargo de cualquier ciudadano, ya que todos ellos eran soldados profesionales. Más tarde, y hasta los 20 años, cuando los jóvenes entrarían a formar parte del ejército, a cada chico se le enseñaba la Retra, la Ley de Esparta, para que aprendieran los fundamentos de su sociedad, y se profundizaba un poco más en los números, las artes y las letras. Al llegar a los 30 años, por fin se les consideraba ciudadanos adultos, con derecho a formar parte de su sistema político. A cada hombre se le asignaba una parcela de tierra y unos hiliotas para trabajarla, y una mujer con la que casarse. Hasta ese momento, ellos sólo habían vivido rodeados de hombres, lo que explicaría que el rito del matrimonio consistiera en rapar a la mujer y tomarla en un cuarto a oscuras. Hasta un tiempo después, no se les permitía estar juntos, por lo que sus encuentros debían ser a escondidas; así se aseguraban de que fueran más pasionales, lo que aumentaría la posibilidad de embarazo.

Las mujeres, por su parte, eran instruidas hasta los 20 años, edad en que deberían casarse, en las mismas materias que los hombres, ya que por una parte deberían estar en forma para criar hijos sanos, y por otra, porque ellas gestionarían las tierras de sus maridos, que eran soldados de profesión, no terratenientes. Las espartanas gozaban de una libertad inédita en Grecia, una sociedad realmente misógina. Se agradece que la película inserte la famosa frase de Plutarco acerca de la mujer ateniense que pregunta a la espartana “¿Cómo es que vosotras sois las únicas que dais órdenes a los hombres?” a lo que la otra respondió: “Porque somos las únicas que parimos hombres de verdad”.

Estatua del rey Leónidas I
Volvamos a la película. Durante su entrenamiento, podemos ver cómo un joven Leónidas es abandonado solo y desnudo en el bosque, donde se enfrenta a un monstruoso lobo. A pesar de que no hay constancia de que una cosa así ocurriera, durante la agogé, un selecto grupo de 300 jóvenes (curiosa cifra, ¿verdad?), eran apartados de los demás para vivir en absoluta soledad durante un año en el bosque, donde practicarían la supervivencia a cualquier precio. Como culmen de esta prueba, deberían acercarse a Mesenia, y asesinar a un hiliota sin ser vistos. Después, estos chicos pasarían a convertirse en la guardia personal de los dos reyes, soldados de élite de entre la élite de Grecia. Es bastante probable que Leónidas fuera seleccionado para formar parte de este grupo. Y así debió ser hasta que Cleómenes I, su hermanastro, murió. Sus otros hermanos también habían fallecido, así que Leónidas subió al poder como rey por parte de la dinastía Agíada. Es probable que en ese preciso momento, fuera el único rey de Esparta, ya que el anterior diarca de la dinastía Euripóntida había sido expulsado, refugiado además en la corte del propio Jerjes. La nota discordante de esta historia queda en que por aquel entonces Leónidas tenía unos 60 años. Pero que no engañe la cifra, ésa era la edad mínima en que se podía dejar la instrucción militar, lo que significa que aún estaba en forma, gracias a una higiene tan buena como en esa época se pudieran permitir, una dieta frugal y equilibrada, y el ejercicio físico al aire libre cada uno de los días de su vida hasta ese momento. Sin duda, la obligatoriedad del servicio militar hasta una edad tan avanzada indica que estaría más en forma que la mayoría de los hombres de menor edad hoy en día. 

Para acabar con esta primera parte, hablemos de la diplomacia anterior al estallido de esta Segunda Guerra Médica. Los griegos no fueron hasta casi nuestros días una misma nación; simplemente se sentían unidos por una cultura común, algo parecido a los europeos hoy. Por eso, cada ciudad se relacionaba de forma independiente. La llegada de los emisarios persas pidiendo tierra y agua a Esparta no es ficción. Ése era el símbolo de sumisión en aquella época, como indica la película, algo que era sabido por todos. Y sólo dos polis se negaron: Atenas y Esparta, aunque tras la rebeldía de éstas, algunas otras que sí habían capitulado las siguieron. Según Heródoto, arrojaron a los embajadores a un pozo diciéndoles que allí encontrarían todo el agua y tierra que quisieran. Otro punto para Hollywood.


Fuentes:
300 (2007). EEUU, 116. Director: Zack Snyder.
NEGRETE, Javier. La Gran Aventura de los Griegos. 1ª edición. Madrid: La Esfera de los Libros, S.L. , 2009. ISBN: 978-84-9734-813-3
FERNÁNDEZ URIEL, Pilar. Historia Antigua Universal II. El Mundo Griego. 1ª edición. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia, 2007. ISBN: 978-84-362-5468-6