miércoles, 1 de mayo de 2013

La Guerra de las Dos Rosas


Últimamente he estado inmerso en la lectura de la saga fantástica de George R. R. Martin Canción de hielo y fuego, una serie de libros que, al contrario que la mayoría de los ejemplares de su género, se basa más en la historia que en la mitología.  Sin entrar en detalles de la trama, diré que en su argumento podemos ver pasajes inspirados en la toma de Constantinopla, el conflicto de sucesión entre Matilde de Inglaterra y su primo Esteban de Blois (que Ken Follet ya llevó a la novela en Los Pilares de la Tierra), y en la Guerra de las Dos Rosas. De hecho, la Casa Stark y la Casa Lannister de esta saga parecen fuertemente inspiradas en las dos casas que en la vida real se enfrentaron por el trono de Inglaterra: la Rosa Blanca de los York, y la Rosa Roja de los Lancaster. Pero esta guerra civil no sólo ha servido de inspiración para las novelas de Martin; el videojuego japonés de 1997 Final Fantasy Tactics se inspira aún más profundamente en este suceso histórico para ambientar su trama; aquí el nombre del conflicto será La Guerra de los Leones.

Pero, ¿qué fue la Guerra de las Dos Rosas, y por qué ha influido tanto en la ficción?

La Rosa Blanca, escudo de la Casa York.

La Rosa Roja, escudo de la Casa Lancaster.

Este enfrentamiento ha fascinado desde hace siglos a los interesados en la historia medieval (por ejemplo, en La Flecha Negra, de Robert Louis Stevenson) debido a que probablemente sea el último gran enfrentamiento de la era feudal, y de los que mejor ejemplifican la forma que se tenía entonces de hacer guerra y política. Tras una guerra devastadora, la Guerra de los Cien Años (que realmente duró 116), Inglaterra se ve arrastrada a un conflicto de sucesión provocado por, entre otros factores, un rey débil. El final de la centenaria Casa Plantagenet, que había gobernado Inglaterra desde 1154, y la rivalidad entre las casas feudales que la sucedieron en el trono acabó por arrastrar a la empobrecida nobleza británica al caos. Para cuando el conflicto estuvo resuelto, la aristocracia británica había quedado arruinada, desprestigiada por su incapacidad para cumplir su función con la población, y a merced de monarcas fuertes y modernos, capaces de acaparar ellos solos todo el poder. Dará comienzo así una nueva era: el Renacimiento.

Escudo de la Casa Plantagenet, que fue también
el escudo de la Monarquía Inglesa.

Enrique VI Lancaster subió al poder muy joven tras la muerte prematura de su padre, en 1422. Pronto manifestó cierta incapacidad mental, lo que supuso a corto plazo la derrota definitiva de Inglaterra en la Guerra de los Cien Años contra Francia.  Esta situación desprestigió enormemente a los Lancaster, por lo que muchos nobles arruinados comenzaron a reunirse bajo el ala de otra casa con pretensiones al trono, por parentesco con los desaparecidos Plantagenet. Esa familia sería la Casa de York, quienes comenzaron a protagonizar en 1455 revueltas e intentos de golpe de estado contra el incapaz monarca.

Escudo de la Casa Real Tudor, con las dos rosas
de York y Lancaster, con quienes
estaba emparentada.
No será hasta 1461, tras dos años de intensa guerra, que los rebeldes lograron deponer a Enrique VI, obteniendo la corona Eduardo IV de York. Durante un par de años Enrique retomará la corona y mandará a Eduardo al exilio, pero este regresará de Francia y reconquistará el reino.  A su muerte, será su hermano Ricardo III quien herede el trono, usurpado a su sobrino y teniendo que aplastar revueltas internas en su familia y el reino para lograrlo.

En esta época de terror que Ricardo trajo sobre la nobleza inglesa, las dos familias contendientes quedaron al borde de la desaparición. Los York restantes se limitaban a los más afines al nuevo rey, salvo una facción perteneciente a la familia Tudor, emparentada también con los Lancaster, y que de hecho se había hecho cargo del liderazgo de esta facción tras la muerte de los principales de la casa. Enrique Tudor plantará cara a Ricardo en la batalla de Bosworth, en 1485, con un ejército de Lancaster menores y York descontentos. Inicialmente las fuerzas de Ricardo superaban considerablemente a la de sus rivales, pero la muerte de unos generales y la traición de otros comprometieron sus efectivos en el momento decisivo. De su actuación en la batalla se dice que luchó con habilidad, matando al portaestandarte de Enrique, William Brandon, y a otros caballeros de renombre; y que casi llegó hasta este, de no ser porque quedó rodeado de enemigos. También se dice que murió al grito de “¡traición, traición, traición!”, a causa de la deserción y cambio de bando de algunos de sus lugartenientes. Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que Ricardo fue el último rey de Inglaterra en morir en combate.

Árbol genealógico de las familias York, Lancaster y Tudor.
Echevarría Arsuaga, Ana; Rodríguez, José M.: ATLAS HISTÓRICO DE LA EDAD MEDIA. Madrid, Editorial Universitaria Ramón Areces, 2010
Tras la Guerra, Enrique VII subió al trono, e instauró en el poder la dinastía de los Tudor, que gobernarían Inglaterra durante gran parte de la entrante Edad Moderna. El conflicto arruinó a la mayor parte de la nobleza, y muchas grandes familias desaparecieron junto con sus propiedades, lo que supuso el final del feudalismo en Inglaterra. Esto ocurriría a favor de una nueva clase dominante: la burguesía, que serían la encargada de remodelar Inglaterra para convertirla de nuevo en una de las grandes potencia mundiales.



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